CABA — Carlos Abascal, abogado de profesión, escultor de vocación.

Lo que un día fue un simple juego se transformó en un diálogo. La tierra comenzó a hablarme, a susurrar a través de mis manos. No es cuestión de religiosidad, sino de propósito: un motivo para despertar. Perdóname, tierra, por robarte tu fertilidad y convertirla en objeto. Anhelo el día en que pueda honrarte y agradecerte todo lo que me has dado. Mis astronautas no son una tendencia; son mis ojos en la búsqueda de una verdad incierta.

Agente de Cambio FHC 2024