Dos fuerzas opuestas se encuentran: la raíz que se aferra al suelo y el vuelo efímero que roza la luz. La obra celebra la transformación, recordando que la vida florece en el diálogo entre lo denso y lo sutil.

Alquimia del Aire y la Tierra simboliza la unión entre lo terrenal y lo espiritual, entre la paciencia del agave y la fugacidad del escarabajo. Es una pieza que respira dualidad y equilibrio, un recordatorio de que el arte como la naturaleza se mueve entre el arraigo y la libertad.