En esta página
La escena parece suspendida en un océano sin tiempo. El instinto y la inteligencia se funden en un solo gesto: proteger lo que aún no ha nacido. La criatura abisal se convierte en símbolo de la creación contenida, de la vida que germina en la oscuridad.
El Guardián del Silencio reflexiona sobre el origen y la vulnerabilidad. El pulpo, figura de lo ancestral y lo enigmático, sostiene entre sus brazos el misterio de la existencia. El huevo, cubierto por la sombra y la ternura del monstruo, representa el ciclo eterno de lo que muere y vuelve a surgir.

