La ferocidad se disuelve en ofrenda: lo que antes fue arma ahora es altar. La pieza propone un acto de redención estética —una reconciliación entre la brutalidad y la luz, entre lo que tomamos de la naturaleza y lo que intentamos devolverle.

Luz del Extinto es un homenaje silencioso a las especies desaparecidas y a la necesidad humana de transformar la pérdida en significado. La llama, frágil y efímera, arde donde antes había fuerza, recordándonos que toda vida, incluso la más salvaje, merece ser iluminada.