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La tensión es invisible, casi espiritual: la fuerza se convierte en quietud, el peligro en armonía. En esta pieza, el gesto humano domina lo que fue creado para destruir, transformando la violencia en acto de contemplación.
El Peso del Silencio invita a reflexionar sobre el control, la resistencia y la dualidad entre fragilidad y poder. Es un instante suspendido en el que la materia obedece al espíritu, recordándonos que incluso lo más denso puede sostenerse con gracia cuando el alma encuentra su centro.
