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De sus ojos descienden lágrimas que parecen esculpidas en silencio. La obra confronta la pureza ideal del pasado con la carga espiritual y emocional del presente: lo divino y lo humano, lo eterno y lo frágil.
Redención de Mármol habla de culpa, fe y trascendencia. La cruz, más que símbolo religioso, actúa como cicatriz: una herida que revela la necesidad de creer incluso en tiempos de escepticismo. Las lágrimas son el rastro de una estatua que, por un instante, parece sentir.
