La obra revela la ironía de un mundo que convierte incluso la mortalidad en mercancía, donde la fantasía y el consumo sobreviven a la carne.

La Sonrisa Eterna es una reflexión sobre la cultura popular y su capacidad de persistir más allá del individuo. En la unión entre símbolo y osamenta se esconde una pregunta: ¿qué queda de nosotros cuando todo se vuelve ícono? La pieza invita a contemplar el límite entre lo ingenuo y lo siniestro, entre la memoria y la máscara.