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La escena parece contener un instante imposible: la bestia acecha, pero también protege; la cerámica, rota en apariencia, sostiene el peso de lo indomable.
Equilibrio Salvaje explora la tensión entre la naturaleza y la forma, entre lo domesticado y lo primitivo. El craquelado se convierte en mapa del tiempo, las grietas en memoria, y el caimán en guardián ancestral de una calma engañosa. Es un diálogo entre lo que amenaza romperse y lo que se aferra a existir.
