Silencio Molecular
CerámicaUn jarrón blanco craquelado cubierto por pequeñas protuberancias emerge como un organismo detenido en el tiempo.
Un jarrón blanco craquelado cubierto por pequeñas protuberancias emerge como un organismo detenido en el tiempo.
Un jarrón de silueta griega se reviste con la piel de una cebra. La forma, símbolo de cultura y permanencia, se funde con el patrón salvaje de la naturaleza.
Un jarrón de formas orgánicas se alza con una trompa alargada, como si la tierra misma exhalara a través de él.
Un cráneo se sostiene en el aire gracias a tentáculos que emergen de su mandíbula. No hay cuerpo, sólo una mente que busca moverse por sí misma.
Un cráneo humano se alza coronado por unas orejas de Mickey Mouse. Lo que alguna vez fue emblema de alegría infantil se funde con la imagen universal de la muerte.
Sobre un jarrón blanco craquelado, símbolo de pureza y fragilidad, reposa un caimán inmóvil.
Una cabeza de rinoceronte emerge solemne, pero en lugar del cuerno que alguna vez simbolizó su poder, sostiene una vela encendida.
Un brazo emerge firme, la palma abierta sostiene con equilibrio una pesada bola de cañón.
Un camaleón se enrosca sobre una esfera, su cuerpo traza con precisión instintiva una espiral perfecta, la proporción dorada, símbolo eterno del orden en el caos.